ESE PÁJARO SILENCIOSO: ENTREDICHAS PALABRAS
DE MELBA GUARIGLIA



"Entredichas palabras" de Melba Guariglia se definió, en principio, como una antología. Realizar una antología tiene similar gesto a incendiar lentamente la biblioteca personal y observar de qué manera, entre los libros incendiados, existe un fuerte rastro de brasa. Y, persiguiendo esa brasa, uno construye un itinerario. Creo que toda buena antología es la construcción -personal, única- de un sólo poema en su entramado orgánico. Y esa construcción gira en torno de un eje que no es más que la palabra y los instrumentos con los cuales un autor determinado utiliza con la finalidad de construir un sentido propio y auténtico. Demuestra la capacidad del poeta de dialogar con la poesía: escribir sobre la poesía, filosofar sobre la poesía, metaforizar sobre la poesía. Poesía al cuadrado, poesía pura, dirán los críticos que todo lo sistematizan en su afán de ordenar ese caos tan amaestrado que es la poesía. Porchia y Juarroz entre los argentinos; Puig, Carneiro, Macedo entre los uruguayos. Y es interesante destacar a Puig porque, a raíz de la lectura del poema Al Comandante Ernesto Che Guevara y, más precisamente, en el verso "las palabras no entienden lo que pasa" que cierra ese poema de finales de la década del 60, se instaura una línea de fuga en la poesía uruguaya cuya preocupación central es la palabra y sus significados al igual que una semántica abierta, orgánica, en continua ósmosis y en lento oficio de germinar. Hacia los años 70, y a consecuencia de la dictadura militar, esa tradición aparece en toda su intensidad en textos de Berenguer y su zona gráfica/visual, Carneiro, Meneghetti, Milán, Macedo, Ibargoyen Islas, Faget, Uriarte y los comienzos de Appratto. Por haber comenzado a publicar tardíamente, creo que la totalidad de la poesía de Melba es un epígono; y, por tal, es necesario definir como característica fundamental una condensación de toda esa línea silenciada de los años 70 pero también una expansión hacia la década del 80 y, por ende, el tono medio de la poesía que se manifestaba a lo largo de esa década con los libros de Jorge Castro Vega, Rafael Courtoisie, Sylvia Riestra. Más exactamente, con el libro Apalabrar de Salvador Puig (1980).  Todo ese canon nos enseña, además de una lección abierta de semántica, la ambigüedad de todo significado. Una ambigüedad que se celebra ya desde el título: lo entredicho es lo que no se nombra, es ese vacío que queda, es esa palabra que nunca se menciona pero que queda en el aire como un pájaro silencioso. Es ese otro significado, tal vez prohibido, tal vez clausurado por una sociedad machista, por códigos que siempre han delimitado a la mujer sólo a ese papel de ser mujer y nada más que eso. Una ambigüedad que expande la escritura a campos de la mujer y sus arquetipos como lo son el símbolo del agua que marca y traza el sentido de todo el imaginario femenino: "el nacimiento líquido de la palabra", dirá en Poética, el primer fragmento del poema que abre el libro. Y no sólo la ambigüedad;  también los neologismos trazados mediante la ambigüedad como la des(ola)ción o el ser de(sol)ado y los viejos refranes fosilizados (a  la deriva, a tumbos, al acecho) que al escribirlos, y dentro de este contexto de entredichas palabras, se actualizan, se vuelven poesía desde el lugar mágico común que ocupan.


Pero esta antología también se puede definir como una biografía en tránsito, espacio de vida, historia escrita. Cada uno de los poemas vendría a ser, entonces, el fragmento mínimo de una biografía que nunca se cumple de manera radical: desde la dedicatoria ambigua por excelencia -a ellas que saben de mí- que alude tanto al objeto deseante (las palabras) como al sujeto deseado (las mujeres) como al medio (las múltiples realidades que conforman esa realidad que habitamos) donde ese objeto interactúa en curiosa alquimia con el sujeto. Biografía construida mediante las preocupaciones existenciales de todo ser humano: la preocupación de amar (la rutina va borrando/la cara del deseo/amar es mi venganza), la preocupación del poeta por la palabra (se fragmentan las palabras/cuando las nombro o cómo pregunto a las feraces palabras/en qué sitio me contienen) o la preocupación causada por la búsqueda por una definición del yo: "soy un pájaro hembra" o bien "soy una mujer demorando/la suerte de ser/el lado oscuro del paraíso". Biografía causada desde una epifanía de lo mínimo, del objeto en su desencantada presencia donde la imagen se expande y ocupa el poema entero, busca los límites, se celebra a sí misma: "esa máscara no deja de sonreír/como si un ángel se hubiera posado en la boca/y ocultara el rumor de la despedida". Biografía centrada en la casa como eje de ese microcosmos tan íntimo, tan personal y, concebido desde una tradición machista, tan femenino: "hacer la casa/el amor", dirá en uno de sus poemas más intensos.


Es así como llegamos a la conclusión de que una antología es mucho más que la reunión de varios poemas, de varios libros, de varios versos. Una antología se abre como la condensación de una biografía, como una poética donde se muestran los instrumentos que preocupan al autor (en este caso la ambigüedad, los neologismos, los lugares fosilizados que celebran los refranes que se vuelven otros), como un inventario posible de sus símbolos, de sus imágenes recurrentes. Una antología como Entredichas palabras provoca el deseo: siempre nos deja con ese sabor de leer más sobre la poeta, de saber sobre su trayectoria, de escribir sobre su poesía. Una antología necesaria y ejemplar dentro de la poesía uruguaya porque rescata el canto de ese pájaro silencioso pero siempre presente -desde la fronda de la poesía uruguaya- que es Melba Guariglia en toda su precisa intensidad.



                                                       WILLIAM JOHNSTON